La relación abogado-cliente, una cuestión de confianza


La confianza constituye un elemento o condición sine qua non de toda la relación abogado-cliente. Si en las relaciones entre las personas la confianza representa un factor esencial, imaginemos la importancia que adquiere en una relación profesional, en la que el cliente accede al abogado con un conflicto que afecta gravemente a su persona o patrimonio, con la esperanza y necesidad de que el abogado, dotado de un conocimiento que aquel carece, resuelva satisfactoriamente la controversia que ha puesto en peligro estos bienes.

Pero ¿cómo generar dicha confianza? El abogado y experto en habilidades profesionales Óscar Fernández León nos ofrece algunas recomendaciones:

  • La fidelización como punto de partida

    La fidelización no es más que el conjunto de acciones orientadas a alcanzar la satisfacción del cliente con el fin de que mantenga e incremente la relación. Constituye una actividad fundamental para la vida de un despacho; sin ella es materialmente imposible que pueda sobrevivir.

  • La identificación y gestión de las expectativas del cliente

    Las expectativas, la esperanza de realizar o conseguir una meta, constituyen un elemento esencial de la relación abogado-cliente, ya que están estrechamente vinculadas al nivel de satisfacción que este puede alcanzar de la prestación de nuestros servicios.

    Juegan un papel esencial en la satisfacción del cliente, pues su adecuada fijación contribuirá notablemente a que quien presta el servicio pueda no solo alcanzar la satisfacción, sino incluso exceder las expectativas creadas y, con ello, conseguir la lealtad del cliente a nuestra marca. Una vez identificadas las expectativas, el abogado, a través de una exposición al cliente, las modelará para hacerlas más realistas.

  • La "educación del cliente"

    La denominada "educación del cliente" constituye el proceso por el que el abogado instruye e informa de las reglas esenciales que van a regir el desenvolvimiento de la relación profesional. Comprende, al menos, información sobre los aspectos como los horarios del despacho, modos de comunicación con el abogado, posibilidad de delegación del asunto a otros compañeros, necesidad de aceptación del prespuesto para aceptar el encargo...

  • Comunicación e información con el cliente

    La naturaleza de la relación profesional, basada en la confianza, exige que abogado y cliente permanezcan constantemente en comunicación durante todas las fases del encargo.

    También hay que establecer un protocolo de información sobre el estado del asunto:
    • Enviar al menos una vez al mes a todos los clientes un correo electrónico, fax, etc. en los que se les informe de las últimas novedades. Para ello, contamos con la inmejorable ayuda de los programas de gestión profesional.
    • Dedicar una o dos horas de un día del mes a contactar con los clientes por teléfono.
    • Cuando se acerque algún trámite esencial (audiencia previa, juicio, declaración, etc.), avisar al cliente con suficiente antelación con el fin de concertar una cita. 

  • La accesibilidad del abogado

    La accesibilidad es la disposición para atender al cliente en unos plazos prudenciales de forma que no se resienta la percepción del servicio recibido por este. La capacidad de ser accesible es uno de los factores que más tienen en cuenta los clientes a la hora de valorar la relación con su abogado.

  • La honestidad y otros valores

    La honradez es uno de los valores más apreciados por los clientes, honradez entedida como la virtud del abogado que consiste en el comportamiento íntegro, apegado a la realidad. Por ello el buen abogado es realista y objetivo en su asesoramiento y no ocultará jamás la verdad a su cliente.