

3.2.
A)
o menor ilusión, con más o menos detalle, con más o menos segu-
ridad de criterio.
V
IRTUDES
TEÓRICAS
DEL
BUEN
JUEZ
Ser profesionalmente competente
La justicia la simboliza una mujer sosteniendo en una mano la
balanza y en la otra la espada. Además, desde el siglo XVI se pone
una venda sobre sus ojos para mostrar que la justicia no mira la
riqueza o poder de quien litiga.
Suele ponerse en boca de SÓCRATES el deber del juez de
«escuchar cortésmente, contestar sabiamente, considerar prudente-
mente y decidir imparcialmente».
Poco ha cambiado en lo que es exigible a un juez actualmente,
aunque el contexto normativo y sociopolítico es muchísimo más
complejo e incrementa la incertidumbre de la decisión, pues no se
trata de aplicar los diez mandamientos sino la Constitución, el dere-
cho comunitario, la normativa internacional, las leyes, las disposi-
ciones con fuerza de ley (decretos legislativos y decretos leyes), los
reglamentos y los principios generales del derecho. O sea, miles de
potenciales normas que pueden ser llamadas por la razón o la estra-
tegia procesal para apuntalar la respectiva tesis de la parte deman-
dante o parte demandada, sin olvidar los inmensos estratos de juris-
prudencia de distinta fuente que avalan o rechazan cada postura.
Sin embargo, la exigencia de condiciones para ser un buen juez,
las expresaba en una entrevista el recientemente fallecido magistrado
de la Sala Social del Tribunal Supremo José Manuel LÓPEZ Y
GARCÍA DE LA SERRANA (59), en los siguientes términos:
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Cómo piensa un juez
«Para ser un buen juez se exige un profundo conocimiento de la
ciencia jurídica y de las personas, competencias intelectuales, consis-
tentes básicamente en razonamiento verbal, analítico y sintético con
suficiente integridad, equilibrio, ponderación, flexibilidad y capacidad
de aprendizaje permanente. Pero, sobre todo, para ser un buen juez,
lo que hace falta es sentido común».