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confirmar un daño o perjuicio (el que deriva de la situación frente
a la que reacciona el litigante).
Ahora bien, pueden distinguirse varios tipos de virtudes del juez
que le hacen mejor profesional:
Virtudes intelectuales.
Se trataría de la sabiduría, la erudición
y la mente abierta. La sabiduría se asienta sobre la capacidad
analítica del juez de la argumentación, valoración de prue-
bas, extraer consecuencias lógicas, etcétera. La erudición se
alimenta de la formación en derecho, con lecturas, estudios
y participación en foros y producción científica. La mente
abierta es la garantía frente a la inercia, valores caducos o
posiciones conservadoras. En todo caso, la advertencia del
escritor francés René LALOU (1877-1973) está vigente:
«No existe la inteligencia sin justicia, ni hay justicia sin inte-
ligencia».
En la semifinal de la célebre competencia Themis, en la Red
Europea de Formación Judicial 2017, el equipo de Hungría
(60) dejó expuesta lúcidamente la esencia de las dotes inte-
lectivas de los buenos jueces:
En efecto, el juez no debe quedarse en la anécdota, ni exa-
minar el caso como si fuese el único y último de su vida, ni
hacer abstracción de sus implicaciones en relación con la
doctrina del pasado o la que pueda alzarse en el futuro. El
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Cómo piensa un juez
«Los jueces ideales son buenos en el pensamiento sistémico,
ya que necesitan ver las cuestiones jurídicas, todo el sistema
jurídico y el poder judicial en su complejidad. Son capaces de
integrar información de diferentes tipos y de diversas fuentes,
evaluar los argumentos e identificar los aspectos pertinentes
de un caso. Las aptitudes para la solución de los problemas
son necesarias para poder resolver conflictos o situaciones
inesperadas durante el procedimiento judicial. Los jueces
necesitan utilizar la lógica y los argumentos para identificar
los puntos fuertes y los débiles de las soluciones alternativas,
las conclusiones y los enfoques de los problemas» (p. 17).