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juez necesita altura de miras para descender sobre el caso
como un halcón sobre su presa, y poder demostrar seguri-
dad, precisión y acierto.
Virtudes emocionales
. Se trataría de la capacidad de empatía
hacia las partes. Una empatía hacia los intereses generales y
otra hacia los intereses particulares, procurando colocarse en
ambas situaciones para comprender las razones respectivas.
Asimismo, se impone la necesaria cercanía del juez, hacia
los litigantes y los letrados. Es cierto que el juez cuando
preside una Sala o actúa en el Juzgado se alza como un
director de orquesta, con poder para impulsar y ordenar su
desarrollo. Sin embargo, no deben olvidar que las personas
más importantes en las Salas de justicia son los litigantes y
que la cara más bella del poder es saber aceptar los propios
errores. No se trata de marcar el territorio y autoridad frente
a los letrados sino de respetar su labor y comprender que
sirven a sus clientes apurando las estrategias, de igual modo
que éstos deben ser respetuosos al formular quejas o recursos
frente a las decisiones cuestionables de los jueces. Como
constató LORD NEUBERGER: «Los jueces son cada vez
más conscientes de que deben ganar respeto por lo que
hacen en lugar de esperar respeto simplemente por quiénes
son».
Virtudes morales
. Se trataría de la honestidad, la sensibilidad
y el coraje. La honestidad impone que el juez dedique su
tiempo y esfuerzo al examen cuidadoso de los autos, bus-
cando la verdad en los hechos y el acierto en el derecho,
aceptando cambios en sus originarias convicciones, y tener
siempre claro el norte ético. La sensibilidad impone que el
juez examine el caso menor con la misma dedicación que
el caso mayor. El coraje impone que el juez cuente con la
serenidad y mano firme para dictar sentencias sin temor a
críticas sociales, corporativas o mediáticas.
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El sello personal de cada juez: sentimientos, emociones y sesgos